miércoles, 12 de mayo de 2010

ARTE Y LITERATURA DE EL SALVADOR

ARTE Y LITERATURA DE EL SALVADOR

La literatura salvadoreña es la acaecida a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Con anterioridad a esa fecha, el actual territorio salvadoreño formaba parte de otras entidades políticas, razón por la que carece de sentido hablar de una identidad propia que aspirara a expresarse literariamente. No fue sino a partir del triunfo liberal que una élite de intelectuales asumió la función de la conciencia nacional y, con ello, fundó el espacio de una cultura nacional donde la literatura tendrá una participación protagónica.


Orígenes de la literatura salvadoreña
La literatura durante la colonia

En los siglos correspondientes a la colonia hubo un florecimiento literario considerable en la metrópoli ibérica; reflejo de lo cual, también en las posesiones americanas se verificó un notable cultivo de las artes, especialmente la arquitectura, la plástica y la música. Existieron, empero, obstáculos importantes para un despunte comparable en la literatura. Entre ellos resaltaba el celo con que la autoridad religiosa controlaba las vidas de sus feligreses recién convertidos al cristianismo. El cultivo de la palabra debía estar al servicio de la fe y bajo el cuidadoso escrutinio de sus guardianes. A pesar de ello tuvo lugar una vida literaria secular de importancia en las cortes virreinales de México y Lima. Esta literatura cortesana tendía a reproducir de forma mimética los cánones metropolitanos, aunque ocasionalmente nutría una voz original y memorable como la de sor Juana Inés de la Cruz, la poeta mexicana.
El territorio salvadoreño se encontraba lejos de los centros de cultura. Se puede conjeturar que la literatura habría gozado de adeptos entre reducidos círculos de criollo cultos, pero de ello apenas existe evidencia, y cuando la hay, confirma que su cultivo tuvo una carácter esporádico, efímero y hasta accidental. Ejemplo de los últimos es el caso del andaluz Juan de Mestanza, quien ocupó la Alcaldía Mayor de Sonsonate entre 1585 y 1589, mencionado en "El Viaje al Parnaso" de Miguel de Cervantes.Las investigaciones de Pedro Escalante y Carlos Velis revelan que en los años de la Colonia hubo una considerable actividad teatral, parte central del entretenimiento popular en las festividades de los asentamientos de regular importancia. Durante estas fiestas se representaban piezas de tema religioso o comedias de propósito educativo, aunque de vez en cuando se representase la creación del origen americano según las versiones indígenas.


Literatura religiosa


La importancia de la literatura religiosa no es en absoluto despreciable. La fe católica y sus ritos eran el punto común en una sociedad heterogénea y fuertemente estratificada. Había expresiones literarias ligadas a las representaciones dramáticas en torno a lo religioso, escenificadas durante las festividades de pueblos y barrios. Por otro lado, también se encontraba una literatura dirigida a un público lector mucho más reducido y selecto. En ese grupo se encontraban obras de carácter piadoso, hagiografías (vidas de santos y beatos) y tratados teológicos, escritos por religiosos nacidos en el país, pero publicadas usualmente en Europa.
Dentro de esta última categoría, sobresale Juan Antonio Arias, jesuita nacido en Santa Ana, autor de tratados como Misteriosa sombra de las primeras luces del divino Osiris y Jesús recién nacido. Otro jesuita, el padre Bartolomé Cañas, asilado en Italia a raíz de la expulsión de su orden de los territorios españoles, escribió en Bolonia una Disertación apologética que llegó a imprimirse. Fray Diego José Fuente, franciscano oriundo de San Salvador, publicó varias obras religiosas en España. Fray Juan Díaz, originario de Sonsonate, fue autor de la biografía Vida y virtudes del venerable fray Andrés del Valle".



Modernismo y modernización literaria

La historia del modernismo se remonta en El Salvador a las polémicas sobre el influjo del romanticismo que tuvieron lugar en el seno de "La Juventud". Allí se denunciaba el magisterio del español Fernando Velarde, quien había permanecido en el país en la década de 1870, impactando a las jóvenes generaciones cultas con una poesía sonora y grandilocuente. Fruto de ese magisterio había sido la producción de una obra poética profundamente influida por un romanticismo de cuño ibérico, es decir, retórico y folklorista. A este romanticismo se suele asociar los nombres de Juan José Cañas (1826-1918), autor de la letra del himno nacional, Rafael Cabrera, Dolores Arias, Antonio Guevara Valdés, Isaac Ruiz Araujo y otros.
Todavía adolescentes, Rubén Darío(1867-1916) —el celebre poeta nicaragüense que residía por esos años en San Salvador— y Francisco Gavidia (1864-1955) arremetieron contra la poesía de Velarde y llamaron la atención sobre el modelo de la poesía francesa simbolista y parnasiana. Ambos la estudiaron con rigor y entusiasmo, tratando de desentrañar sus intrincados mecanismos constructivos y verterlos a la lengua castellana.
Francisco Gavidia asumió la empresa de fundar una literatura nacional. Esta preocupación está más o menos presente a lo largo de una voluminosa obra que evidencia una erudición portentosa, aunque no siempre afortunada en la concreción artística. Francisco Gavidia representa la expresión más decantada del espíritu liberal en el terreno del arte. Su visión de la literatura salvadoreña abogaba por la vocación universal y el dominio de la tradición de Occidente, aunque no olvida la necesidad de rescatar y conocer lo autóctono.
Otros autores importantes del período fueron Vicente Acosta, Juan José Bernal, Calixto Velado y Víctor Jerez. Algunos de ellos participaron en la publicación literaria La Quincena, que jugaró un importante papel en la difusión de la estética finisecular.


Literatura en el Siglo XX

Durante las primeras décadas del siglo XX el influjo del modelo literario modernista siguió predominando, aunque se vislumbraban nuevos rumbos. El modelo de modernización cultural liberal pareció consolidarse bajo el efímero gobierno de Manuel Enrique Araujo, presidente que gozaba de apoyo entre la intelectualidad y que parecía comprometido con una política de fomento científico y artístico. Araujo intentó dar una base institucional más sólida al modelo de sociedades científico-literarias con la fundación del Ateneo de El Salvador (asociación para el estudio de la historia y las letras nacionales),pero este impulso se truncó con el atentado que le costó la vida en 1913.
Con sus sucesores, la dinastía Meléndez-Quiñones, el camino hacia el progreso apareció ensombrecido por el retorno de males de tiempos pasados: nepotismo, intolerancia y clientelismo; persiguiendo especialmente a la clase intelectual.

Escritores Salvadoreños


  • Alberto Masferrer (1868-1932)
  • Alfredo Espino (1900-1928)
  • Francisco Gavidia (1863-1955)
  • Rafael Francisco Góchez (n. 1967)
  • Roque Dalton (1935-1975)
  • Salvador Salazar Arrué (Salarrué) (1899-1975)
  • Waldo Chávez Velasco (1933-2005)



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